Importancia del Juego

¿Cuál es el futuro de los niños que no juegan?

Los niños de ahora cada vez juegan menos, así al menos lo señalan recientes estudios llevados a cabo por miembros del Observatorio del Juego Infantil. Y además de jugar menos, casi nunca lo hacen al aire libre, lo que les priva no sólo de los múltiples beneficios del juego, sino que también de las oportunidades que la naturaleza y los espacios abiertos pueden ofrecer al juego.

Y esta falta de juego afecta también a la salud física, principalmente al aumento de la obesidad y el incremento de los casos de ansiedad infantil.

El juego está siendo desplazado por el ocio tecnológico que favorece la vida sedentaria y la soledad de los más pequeños. Como apunta Gerardo Castillo, profesor de la Universidad de Granada, “estos no son verdaderos juegos, ya que carecen de la libertad y creatividad propias de lo lúdico. En el juego auténtico el niño puede decidir por sí mismo su argumento, sus reglas, su principio y su fin”.

Pero la desaparición del juego no sólo está relacionada con la falta de espacios, como puede suceder en las grandes ciudades, sino que también por la desaparición del tiempo libre de los niños. Los padres tendemos a fomentar de forma exagerada las actividades extraescolares de los niños. Pensamos que así mejoramos su educación, pero olvidamos que es el juego la mejor herramienta para buscar un desarrollo integral de los más pequeños, despertando su atención y contribuyendo a mejorar su capacidad de concentración y aprendizaje.

El juego permite a los niños desarrollar capacidades sociales como el respeto de normas, tolerar la frustración, encajar derrotas y celebrar victorias. Ser pacientes, resolutivos, empáticos…y todas aquellas aptitudes que permiten al ser humano integrarse en la sociedad y convertirse en ciudadanos felices.

Además, y como forma de combatir la obesidad y la ansiedad infantil, el juego es una herramienta a través de la cual los niños realizan diferentes actividades físicas, ejercitan sus habilidades y desarrollan sus destrezas en un entorno lúdico que propicia su bienestar emocional y si felicidad. Jugar es esencial para que los niños crezcan saludablemente y expresen sus emociones. A través del juego, los niños son capaces de exteriorizar sus temores y aprender a gestionar sus fracasos y problemas, lo que facilita la salud mental de los niños, y, por ende, su salud física.

Por todo ello debemos plantearnos esta cuestión, ¿cuál es el futuro de los niños que no juegan? Todavía no tenemos la respuesta, pero como apunta de nuevo Castillo “el juego puede ser su primer máster….”

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