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Niños y ruido

Un niño feliz es ruidoso, inquieto, alegre y revoltoso. Aunque no nos guste, debemos entender que los peques no paren quietos y muchas veces pongan a prueba nuestros nervios. Están en edad de descubrir y experimentar, y esto hace ruido, pero no deberíamos cortarles.

Muchas veces, sin darnos cuenta, los adultos nos comportamos con nerviosismo y miramos desafiantes a los padres de niños ruidosos en espacios públicos como restaurantes, hoteles, aviones, etc.  Debemos ser más empáticos y respetuosos con estos padres, que tratan de calmar a sus pequeños para que dejen de “molestar”.

No debemos olvidar lo que es la infancia, y esa curiosidad que sentíamos por un mundo que no conocíamos y que nos ofrecía infinidad de sensaciones y experiencias. Los más pequeños desean conocerlo todo, experimentar, sentir, reír, aprender, equivocarse…si les obligamos a callar, a no llorar, a hablar bajito y a no moverse de la silla, les estaremos convirtiendo en niños temerosos que no se atreverán a descubrir ni explorar.

Como apuntan en el artículo de la revista argentina naxio.com, quizá hoy en día se ha extendido lo que ellos llaman “niñofobia” con ofertas de ocio concretas sólo para adultos en restaurantes y hoteles. Alejados del “ruido” de la infancia, muchos adultos olvidan que el llanto de un niño pequeño es su única forma de expresarse, que su risa es síntoma de felicidad,  y que hay niños más tranquilos y otros más inquietos, y sobre todo, que la infancia es ruidosa por naturaleza.

Fuente: http://naxio.com.ar/nino-feliz-ruidoso

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