Microrrelato del juego y el juguete

La Mamá triste (Por Esther Lorente)

La mamá de Adrián siempre estaba triste y pensativa, por la crisis, el dinero…

Un día Adrián le propuso una hora diaria de juego a cambio de su hucha, para las facturas, y ésta aceptó.
Adrián enseñó a mamá a evadirse en mundos de fantasmas y dragones y a construir poco a poco, con piezas de lego. El escondite le enseñó que a veces no era malo dejarse buscar y ayudar. Y los bolos… a derribar de un pelotazo los problemas.
Decidieron usar la hucha para comprar juguetes, porque habían aprendido que el juego era algo muy constructivo para ambos.

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